jueves, 25 de febrero de 2010

Quiero tener más tiempo.

Me urge tener más tiempo para todo. Para dormir, para bañarme en la mañana con agua calientita, para peinarme de maneras nuevas y divertidas. Para desayunar sentada. Para manejar pudiendo ver los paisajes bonitos. Para trabajar más a gusto. Pata tuitear en horas de trabajo. Para ir a comer. Para platicar con mi vecino de escritorio Rodrigo que me cae re bien. Para hablar en francés y que los contas se enojen. Para bajar música y llevar mi ipod preparado para cada momento del día. Para contestar mails de trabajo. Para escribirles a mis primos. Para planear mi inminente negocio. Para ir al baño. Para hacer buches con mi enjuague nuevo Agente Cool Blue que pinta de azul la placa dentobacteriana. Para que se siga notando cómo excedo el perfil de mi puesto y no me importa. Para liberar mis embarques de China y del mundo. Para tomar más fotos. Para hablar más por teléfono durante el día. Para leer mi nuevo libro de Alicia (edición Disney). Para conseguir boletos para la premiére de premiéres para la movie de Alicia de la próxima semana. ¡La próxima semana! Para salir de trabajar y ver los atardeceres que se suceden bien chidos en Lerma, pero como en Lerma todo es feo pues nadie los nota.

Quiero pinches días de treintaiseis horas o poder dormir dos horas y estar como si hubiera dormido diez. Quiero más tiempo para reir como tonta mientras manejo y escucho ya párate en las mañanas. Quiero más tiempo para bajar nueva música de la que realmente me gusta. Para tocar mi piano. Para arreglar mi clóset por colores. Para armar outfits con los que use más del cuarenta por ciento de mi guardarropa. Para cenar sushi con mis amigos. Para ir a museos y exposiciones. Para poder sentarme y pensar si realmente le quiero escribir para vernos. Para poder sentarme y pensar si realmente le quiero escribir todo lo demás. Para ir al antro. Para ir a conciertos. Para viajar. Para ir a un bar. Para salir sin coche y en tenis. Para ponerme mis treinta y dos pares de tacones.

Quiero más tiempo. Lo quiero usar para realmente hablar con mis mejores amigas. Tomar los interminables cafés de hace unos años. Tardes de mil horas, películas, churros, estupideces, munchis, bajoneos, debrayes, libros. Para ver The Big Bang Theory. Para facebookear como dios manda. Para escribir en este blog. Para ver las películas que amo, compro y no veo en un año porque no tengo tiempo.

Para lavar mi coche. Para soñar más rico. Para escribir. Para leer. Para echarme en mi cama y pensar. Para ponerme de cabeza. Para mensajear por cel sin equivocarme y tener que reescribir. Para conectarme a msn como antes. Para seguir en contacto con mis amigos internacionales. Para mandar postales. Para conocer gente nueva.

Pero pues creo que no. Creo que me quedaré con las pinches veinticuatro horas disponibles por día y una sensación de que la vida se me empieza a ir más rápido.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Hoy sólo vengo a postear un video

Y es este:




Feliz cumpleaños a mi. Ah si... fue el 12 de febrero.

=]

miércoles, 3 de febrero de 2010

Göteborg

Y cuando se sentó frente a mi -dieciocho minutos después de la hora de la cita- me miró a los ojos y se sentó. Yo bajé la mirada a mi expresso cortado y me concentré en el humito consistente que subía desde la tacita y se perdía entre ella y yo. Se quitó el abrigo despidiendo minúsculas gotas de hielo que cayeron sobre la mesa y pidió lo mismo que yo.

Tu y tu expresso lechoso,
qué aburrido... dijo, al saludarme.
¿Por qué no pides otra cosa entonces? contesté, violenta. La miré, molesta y apenada al mismo tiempo.


El aire se sentía helado... como hoy. Llovía también como hoy y parecía que el sol no había salido en mucho tiempo. Hacía frío, como hoy, como aquí, como en este momento. Tal vez diez u once grados centígrados menos... Allá también contábamos en centígrados.

Nos perdimos a propósito. Nos perdimos de noche, los tres. Yo compré un sprite -cosa rara, no me gustan los refrescos- y lo guardé en mi bolsa rosa. Mi eterna bolsa rosa. Caminamos por las calles del centro, pasamos varias tiendas, galerías de arte, restaurantes y bistros, la mayoría ya había cerrado.

La noche anterior habíamos ido de fiesta. Hoy no. Hoy nos perdimos.

Se terminó la calle y llegamos a un puente. Cruzaba un río que serpenteaba hacia la izquiera y lo seguimos. Perderse y encontrarse, la magia del pretexto.
Mucho frío. Me acomodé el gorrito de mi chamarra. La luz amarillenta de los postes le daba un aire cálido a todo aquéllo.

Qué pinche frío hacía.

-Más tarde nos fumaríamos un cigarro recién enrollado sentados frente a la estación de trenes vacía. Ni una sola persona estaba en la calle. Frente a la estación habría un café estilo París, al que ni se nos ocurriría entrar porque sería demasiado caro para nuestro presupuesto de backpackers. Nos sentaríamos en una banca congelada, fumando por mucho tiempo. Compartiendo el cigarro y el silencio. Tendríamos que consultar el mapa varias veces para volver a la casa de Oskar y su novia.-

El río bajaba frente a lindas fachadas de casa perfectamente escandinavas. De postal. La niebla gris que nos congelaba los pulmones sólo le daba más glamour a la escena. Nos perdimos un buen rato, nos frenamos las ideas.

Se terminaron las casas, dimos la vuelta para regresar. Los tres. Los tres solos y el frío. Exhalamos con fuerza e hicimos humito. Nos reímos y recordamos cuando éramos niños y hacer humito en la mañana llegando a la escuela era de los momentos más divertidos del día.

Estábamos en medio de la aventura, de la gran aventura y sin embargo, ésa noche era para perderse. En la ciudad y en los recuerdos. En los recuerdos del pasado y en los recuerdos que ése presente tan helado nos estaba regalando para el futuro.

Regresamos a la banhof y de ahí nos ubicamos en el mapa, ¿no? Va, dijo él. Va, dije yo. Sirve que nos echamos un cigarrito antes de llegar a la casa.

El río de regreso. A mi sprite le salieron hielitos. La luz amarillenta y la ciudad vacía. Pasamos frente a un gran escaparate con espejo.

Aguanten, dije. Volteen para acá.

Point and shoot.