lunes, 11 de junio de 2012

Sí te extraño, pero no te digo.

La cosa es que ya me estoy acostumbrando a estar acá, en la nueva rutina, desde el nuevo pelo del conejo blanco. Hundiéndome en la amullonadita y rosada piel, a propósito eso sí, poco a poco.
Hoy me topé contigo en un lugar del que se te olvidó borrarme. Ahí estábamos como si nada, como si siempre. Como si desde toda la vida. O desde hace diez años, da lo mismo.
La cosa es que no es la primera vez, no será la última pero es cagado cómo las coincidencias me siguen hablando, de distintas personas, desde distintas formas, desde distintos ángulos, sí, pero ahí están.
Ahora llegaron en forma de rola de metal progresivo. Metal, ya sabes.

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Hace tiempo que llevo queriendo poner esta fe de erratas, que aplica para mi blog, mi tuiter, mis rayones en los cuadernos de la secundaria, mi cerebro:
¿Saben qué es muy cagado? Sé que varias personas me leen, sé que varias personas re interpretan lo que escribo aquí según mi relación con cada uno. Es cagado porque la mayoría piensan que van dirigidos ó a ellos mismos, ó dan por hecho que, basados en lo mucho o poco que me conozcan, es para alguien más. Y se la creen. Se la creen firmemente. Lo cagado es, que como desde la primera vez que decidí escribir, yo no escribo para nadie en específico. Como para qué.

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until one day i stopped caring / and began to forget why i longed to be so close / and i disappeared into the darkness / until all that remained was buried / deep beneath the surface