lunes, 11 de junio de 2012

Sí te extraño, pero no te digo.

La cosa es que ya me estoy acostumbrando a estar acá, en la nueva rutina, desde el nuevo pelo del conejo blanco. Hundiéndome en la amullonadita y rosada piel, a propósito eso sí, poco a poco.
Hoy me topé contigo en un lugar del que se te olvidó borrarme. Ahí estábamos como si nada, como si siempre. Como si desde toda la vida. O desde hace diez años, da lo mismo.
La cosa es que no es la primera vez, no será la última pero es cagado cómo las coincidencias me siguen hablando, de distintas personas, desde distintas formas, desde distintos ángulos, sí, pero ahí están.
Ahora llegaron en forma de rola de metal progresivo. Metal, ya sabes.

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Hace tiempo que llevo queriendo poner esta fe de erratas, que aplica para mi blog, mi tuiter, mis rayones en los cuadernos de la secundaria, mi cerebro:
¿Saben qué es muy cagado? Sé que varias personas me leen, sé que varias personas re interpretan lo que escribo aquí según mi relación con cada uno. Es cagado porque la mayoría piensan que van dirigidos ó a ellos mismos, ó dan por hecho que, basados en lo mucho o poco que me conozcan, es para alguien más. Y se la creen. Se la creen firmemente. Lo cagado es, que como desde la primera vez que decidí escribir, yo no escribo para nadie en específico. Como para qué.

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until one day i stopped caring / and began to forget why i longed to be so close / and i disappeared into the darkness / until all that remained was buried / deep beneath the surface


martes, 14 de febrero de 2012

Apenas fue mi cumpleaños.

Creo que tengo un gusano en la cabeza. Comiéndose mi cerebro, más específicamente. O tal vez sería más acertado decir, jugando con cachitos de mi cerebro; los mordisquea, juguetea con ellos, los cambia de lugar, los pone aquí, allá, los avienta un poquito, los baja a la médula espinal, los empuja al hipotálamo, me los esconde en la nariz.

Sé que es un gusano buen pex, un gusano bonito. De hecho se resumiría que, gracias a sus travesuras lo peor que me ha llegado a pasar, su jugarreta más extrema, es hacer que me sienta culpable de irle agarrando la rienda a mi vida, con más fuerza cada vez. Desde que renuncié a la chamba y hasta ahora. Se incluyen obvio todos los matices del camino que yo no vislumbraba el año pasado y que he tenido que ir encontrando mientras camino y está chido. El horizonte que yo me plantée cuando renuncié sigue siendo el mismo. Pero en el ínter, uno pisa los matices, toma decisiones, uno siente cosas raras, le cambian la jugada y pues pinche gusanito.

Al final de cuentas está bien. Como cuando el gusano que imagino en mi cabeza cuestiona a una niña preguntona, la molesta, le hace ver las cosas y al final se vuelve mariposa y se va volando, tan tranquila. Está bien, es como diría mi abuela, parte del proceso; pero no deja de ser incómodo que pasen cosas en la cabeza de una causadas por un gusano (y no únicamente por una misma).


miércoles, 11 de enero de 2012

Buscar, encontrar, buscar, encontrar.

Es chistoso cómo cuando uno sí tiene que escribir, abre su blog, abre su cuadrito de nueva entrada y se le queda viendo, como si todas las respuestas de la vida fueran a aparecer ahí, de la nada, entre el cursor que parpadea y las opciones de edición.

La sensación, tan nueva y tan conocida al mismo tiempo, se quedó en sus sentido más de la cuenta. Todavía cuando arrancó el coche y manejó lejos, lo podía sentir. Cuéntame más del universo paralelo, le había pedido. Se arrepintió al momento de andar pidiendo tonterías. Se me hace que hoy tenías la cabeza en otro lado, le contestó. Como yo antes..., ahondó un poco más. A ella le extrañó la respuesta; ¿no era eso lo que precisamente a él le había gustado siempre? "Tener la cabeza en otro lado" como premisa...


Buscar lo que no se está seguro de querer encontrar es una paradoja bien rara. Bien rara y bien chistosa. Dejarse encontrar por lo que a uno le encantaría ser encontrado es la filosofía cursi que llega a mi cabecita una y otra vez desde la idea de ayer, de tomar fotos.



¿Será?


Yo, generalmente, si busco, es porque quiero encontrar. Sea un monstruo debajo de mi cama o el tesoro escondido al final del arcoiris. Uno busca, uno encuentra. Lo que debe quedar bien claro (y yo lo tengo más que aprendido) es que uno bien sabe qué busca, pero uno nunca sabe qué es lo que va a encontrar. Parte de la magia de buscar, supongo. Parte de la magia de arriesgar. Parte de la magia de no quererse quedar con las pinches ganas de hacer algo, haber hecho algo, haber dicho algo; algo así como "hey quiero tener 30 hijos contigo pero no te asustes, no vayas a creer que quiero tener 30 hijos contigo".

Quépinchemiedo. Quépincheorgullo de simplemente, atreverse.