Con el paso de tiempo, muchos perdemos la capacidad de sorprendernos del mundo y de sus colores, y cuando nos nombran adultos, a cada uno se asigna su único color correcto. Los rayos, pero ya no de luz, sino de colores, entran en la lucha por la pureza de sus matices. El arcoiris se apaga. Se derrama el rojo. Se oscurece. En la oscuridad brotan las estrellas, que a veces son faros para nuestras almas y otras, objetos voladores no identificados, y otras veces, velas en memoria de los arcoiris apagados.
A 22 años de saber que Otra manera para hacer las cosas funciona, persiste y vive.